El sebo es la sustancia aceitosa que produce y segrega nuestra piel. Comprende los aceites naturales de nuestra piel y es lo que hidrata, humecta y protege nuestra piel de los daños.
Cuando el pH de nuestra piel está en el extremo alcalino del espectro, por encima de 7 pH, no está produciendo suficiente sebo. Es entonces cuando experimentamos brotes de acné y una piel sensible y seca. La piel que no está suficientemente hidratada con sebo no es tan resistente ni elástica, lo que la hace especialmente vulnerable a las líneas de expresión, las arrugas y la flacidez.
Cuando el pH de nuestra piel es más ácido, por debajo de 7 pH, está produciendo más sebo del necesario. Esto es lo que provoca una piel grasa y propensa al acné. En realidad, la piel ácida es ideal para combatir los radicales libres y ralentizar el proceso de envejecimiento, pero cuando la piel es demasiado ácida, se vuelve aceitosa, grasa, con granos, cada vez más sensible y se irrita con facilidad.
Mantener un nivel óptimo de pH permite a la piel reforzar la tan necesaria barrera cutánea (el manto ácido de la piel) produciendo la cantidad justa de sebo, sin excederse ni quedarse corta.