Para combatir los problemas de la piel, es importante saber cómo funciona. La piel está formada por varias capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis. Dentro de la epidermis (la capa más externa) hay varias capas internas. El estrato córneo es la capa más externa y el estrato basal es la más profunda. El estrato córneo funciona como barrera protectora frente a elementos externos, mientras que el estrato basal es responsable de la regeneración de las células cutáneas.
Las células de la piel tienen un ciclo vital natural que comienza con su formación en la capa basal de la epidermis. Las células recién regeneradas son empujadas hacia arriba, secándose lentamente y acabando por descamarse. A medida que las células queratinizadas más viejas se descaman, son sustituidas por las células rejuvenecidas que se han abierto camino hacia arriba, hacia la capa externa de la piel. Sin embargo, a medida que envejecemos, las tasas de renovación celular de la piel disminuyen y provocan deshidratación.
La piel tiene tres capas principales de defensa: el microbioma, la barrera lipídica y el manto ácido. Los lípidos epidérmicos se componen de ceramidas, ácidos grasos y colesterol. Cuando se combinan, estos compuestos pueden maximizar los beneficios antienvejecimiento, reducir la inflamación y aumentar la retención de humedad. En concreto, la barrera lipídica es crucial para evitar la pérdida de agua transepidérmica (TEWL), que en última instancia sirve de escudo frente a los agresores externos. Las células cutáneas también están compuestas por factores hidratantes naturales (NMF) que ayudan a retener la humedad en la piel y a preservar su integridad.