Para la eliminación de la parte visible del vello, sin duda uno de los métodos más duraderos y eficaces es la cera clásica: esta técnica permite arrancar el vello de raíz y disfrutar así de piernas y brazos suaves durante 3-4 semanas.
Un tipo de epilación similar es el sugaring (o depilación árabe), un método de epilación en el que el vello no deseado se elimina con una pasta compuesta de azúcar, agua y limón. En comparación con la depilación tradicional, el sugaring es más suave para la piel debido a la temperatura templada de la pasta de azúcar, lo que reduce el problema de los vellos enquistados y la irritación posterior a la depilación: el desgarro de la cera podría causar microheridas o abrasiones en las pieles más sensibles y frágiles.
Otro método de epilación consiste en utilizar aparatos como las epiladoras eléctricas: estos aparatos, al arrancar hasta el vello más pequeño y corto, son ideales para quienes desean un resultado duradero pero quieren evitar la posible irritación de la cera. Sin embargo, incluso estas herramientas pueden afectar a las pieles más delicadas, provocando rojeces o desencadenando vellos enquistados, por lo que siempre es conveniente valorar qué método de depilación es el más adecuado para tu piel.
Un método profesional y definitivo contra el rebrote del vello, en cambio, es la epilación láser: tras una serie de sesiones (siempre realizadas en centros especializados), el vello no se arranca sin más, sino que se destruye por completo junto con el bulbo piloso mediante un láser muy preciso, de forma que el pelo no puede regenerarse con el tiempo.
La epilación con luz pulsada también funciona según un principio similar, es particularmente eficaz a largo plazo, sobre todo para el vello no deseado, y también puede realizarse en casa con depiladoras especiales. La diferencia entre la luz pulsada y el láser radica esencialmente en la longitud de onda de las fuentes de luz utilizadas para desvitalizar el vello y los bulbos pilosos.