En 2005, el epidemiólogo Christopher Wild introdujo el concepto de exposoma, definiéndolo como la “evaluación de la totalidad de exposiciones ambientales a las que un individuo está expuesto desde su nacimiento”.
El exposoma abarca todas las influencias ambientales y puede dividirse en tres factores principales
1. Ambiente externo general: Incluye el clima, la exposición al sol y la contaminación.
2. Ambiente externo específico: Se refiere a factores relacionados con el estilo de vida, como la dieta, el ejercicio, el estrés, el tabaco, el sueño y el uso de dispositivos electrónicos.
3. Ambiente interno: Abarca las respuestas fisiológicas del cuerpo ante los factores externos.
Nuestra piel es el órgano más grande del cuerpo y actúa como una barrera entre nosotros y el mundo exterior. Refleja nuestra salud física y mental y está expuesta constantemente a diversos estímulos, hábitos y entornos a lo largo de nuestra vida. Por esta razón, la piel es altamente influenciada por el exposoma y es el primer órgano en mostrar signos de envejecimiento, revelando cada detalle y exceso. Con el tiempo, todos experimentamos manchas pigmentarias, arrugas, pérdida de tono, palidez y flacidez cutánea. Sin embargo, la piel no solo muestra su edad: también refleja nuestras emociones más profundas y nuestro bienestar general. Interpretando correctamente estas señales y cuidándolas, podemos lograr mucho más que una piel saludable.
Junto con los factores genéticos, estos aspectos influyen significativamente en el proceso de envejecimiento de la piel, explicando por qué la edad biológica no siempre coincide con la edad cronológica y por qué no todos envejecemos de la misma manera. El enfoque basado en el exposoma ofrece una visión global de cómo el entorno y las decisiones de estilo de vida impactan en la apariencia y salud de la piel.