Para comprender y prevenir los problemas de la piel, es importante entender la estructura de este órgano. La piel se compone de varias capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis. A su vez, la epidermis se divide en diferentes capas internas, enumeradas de adentro hacia afuera siguiendo el ciclo de vida de los queratinocitos, las células de las que derivan todas las demás células de la epidermis.
- Estas células se dividen y proliferan en la capa basal. A través de un proceso de mitosis, una célula hija permanece en la capa basal para continuar proliferando, mientras que la otra comienza su viaje hacia la superficie de la piel. Al avanzar a través de las capas, los queratinocitos cambian de forma y función.
- En su recorrido pasan por la capa espinosa, donde comienzan a producir queratina y se conectan estrechamente entre sí, lo que aporta elasticidad y solidez a la piel; luego alcanzan la capa granulosa, donde empieza el proceso de muerte celular. Allí, acumulan gránulos de queratohialina y comienzan a perder sus núcleos.
- En algunas áreas del cuerpo, como las palmas de las manos y las plantas de los pies, existe también una capa lúcida, formada por células muertas y transparentes que brindan una protección adicional al organismo.
- Al final de su ciclo, los queratinocitos alcanzan la capa córnea, que actúa como barrera protectora contra los agentes externos, donde se convierten en corneocitos, células muertas y aplanadas que forman la barrera protectora de la piel.
En condiciones normales, estas células se renuevan de manera continua, y el ciclo celular completo dura aproximadamente 30 días. Sin embargo, con el envejecimiento, este proceso se ralentiza, lo que lleva a una piel más fina, deshidratada y menos resistente a los agentes externos. Este proceso de desaceleración natural subraya la importancia de cuidar la piel con tratamientos cosméticos que estimulen la renovación celular y mantengan la hidratación.